Sin quererlo, Ayuso representa mejor los valores del socialismo que esta izquierda posmoderna.


¿Qué fue de esa izquierda inconformista, azote de la autoridad, rebelde del poder político y burocrático que sangra al obrero? Parece que ha sido fagocitada en gran medida por esta nueva izquierda indefinida, irreconocible, posmoderna y woke. Un embuste y una traición a la verdadera izquierda, esa que los «posmos» han dado en llamar «rojiparda» porque dicen que tiende hacia postulados fascistas. Como si el fascismo no fuese una ideología socialista, no-marxista y conservadora, pero socialista al fin y al cabo. Esa izquierda tradicional es la que defiende los mandatos de un gobierno centralista cuando es verdaderamente socialista, y entiende los sacrificios cuando son para favorecer al colectivo oprimido por la burguesía. ¿A quién favorece el Real Decreto Ley que obliga a apagar la iluminación de edificios públicos y comercios privados, así como poner el aire acondicionado a 27° y la calefacción a 19°? Única y exclusivamente a los burócratas que deciden el futuro de las vidas de los ciudadanos desde sus maravillosos despachos de los opulentos edificios oficiales. Esa burocracia parasitaria que tanto criticó Marx y Lenin, el cual llegó a escribir en su obra principal que es «un parásito adherido al cuerpo de la sociedad burguesa» porque vive del plusvalor extraído al proletariado. La lucha de clases que defiende el socialismo marxista, y que debería defender la izquierda actual, no puede obedecer un «decretazo» autoritario porque lo exige una organización supranacional neoliberal —socialdemócrata capitalista en realidad— como es la Unión Europea, a fin de que esta suelte los cuartos, esos de los que tanto nos hacen depender —juegan a ponerle la zanahoria al burro—, para amortiguar la crisis que está por venir. La lucha de clases se hace desde dentro hacia afuera, no al revés. ¿Cómo es posible que la izquierda antiimperialista esté a favor de un chantaje de Europa, que a su vez es chantajeada por los Estados Unidos para reducir la dependencia del gas ruso en su particular guerra fría? Han perdido el norte.

Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, se ha opuesto frontalmente a la obligación del gobierno central. Habría que preguntarle si la decisión la tomó en base a la defensa de los intereses de los madrileños o por desobediencia sistémica a quien se dedica a intentar aplastarla políticamente por activa y por pasiva. En cualquier caso, es una decisión acertada. En mi casa mando yo, —ha venido a decir—. La izquierda «posmo» la odia porque le planta cara a un gobierno de izquierda «posmo» desde su supuesto liberalismo —que no es tal—, y esa inquina se traduce en que la izquierda mainstream haya perdido el sentido de su ser. En este caso, Ayuso representa mejor los valores de defensa de sus ciudadanos que la oposición en tanto que asume que el apagón puede perjudicar a los negocios, grandes y pequeños. El ecologismo es el nuevo dogma político, económico y social, pero es y será accesorio mientras las grandes potencias que rivalizan con Estados Unidos, este incluido, no jueguen con las mismas cartas que las pequeñas. Porque de eso trata el ecologismo, de una manipulación yankee para obligar a Rusia, China e India a no crecer como crecen contaminando lo que contaminan, y no perder así su statu quo mundial. El patriotismo verde que la izquierda indefinida ha comprado y vende al incauto votante no es sino el archiconocido juego geopolítico americano del que la Unión Europea forma parte por obligada conveniencia comercial. ¡Puro capitalismo! La izquierda «posmo» le está haciendo el juego a lo que históricamente ha combatido y no es consciente de ello por un manifiesto sectarismo. ¿En qué cabeza cabe defender imposiciones de reducción de consumo energético a nivel micro cuando deben hacerse a nivel macro, y son los distintos contendientes de la guerra imperialista los que no están dispuestos a ceder ni un milímetro? El ranking de las diez empresas más contaminantes del mundo antes de la pandemia —según la ONG CDP junto al Climate Accountability Institute— es, cuando menos, aclaratorio de la verdadera situación:
  1. China Coal (China) - 14,2% de todas las emisiones.
  2. Aramco (Arabia) - 4,5%.
  3. Gazprom (Rusia) - 3,9%.
  4. National Iranian Oil Co. (Irán) - 2,3%.
  5. ExxonMobil Corp. (Estados Unidos) - 2%.
  6. Coal India (India) - 1,9%.
  7. Pemex (México) - 1,9%.
  8. Russia Coal (Rusia) - 1,9%.
  9. Shell PLC (Reino Unido) - 1,7%.
  10. China National Petroleum Corp. (China) - 1,6%.

En la misma línea, la lista de los países más contaminantes avala el argumento de que el ecologismo está siendo usado como medida de presión geopolítica entre grandes potencias económicas.
Madrid no se apaga. España tampoco debería apagarse y ceder ante la presión de una nefasta planificación energética europea que ha arrastrado a todos los países miembro a pagar las consecuencias hasta el punto de imponer horarios de iluminación y temperaturas ridículas para presionar a Rusia. Quien quiera participar de este dislate estará poniéndose en contra de los intereses de sus compatriotas a cambio de unos envenenados fondos europeos. Estará vendiendo su sumisión.