La banda terrorista no existe, pero su aparato político y sus fieles crecen al calor de la polarización.


ETA sigue existiendo en tanto en cuanto fue una organización terrorista con fines políticos que actuó durante más de cincuenta años. Esa continuidad en el tiempo, así como un ideario chovinista, independentista y marxista, es lo que perdura a día de hoy aunque la estructura política y paramilitar se haya disuelto. Todo movimiento sociopolítico antidemocrático, autoritario, populista y radical que nace, perdura y logra hitos en su desarrollo ideológico es susceptible de no morir nunca por aberrante que sea. El s.XX es la mejor muestra, cien años de absoluta convulsión política que dejó los peores episodios de la historia contemporánea. Y aun así, hay quien se declara seguidor de uno u otro tirano y/o genocida, o simpatiza con los deleznables actos de una banda que asesinó a 853 personas —22 niños entre ellas— en 3.500 atentados, y dejó más de 7.000 víctimas directas sin contar a los extorsionados. No merece la pena adentrarse en la psique de esos o aquellos. Son las contradicciones del ser humano como ser político que es, o animal político si se quiere acudir al aristotélico zoon politikón. Es el entorno sociopolítico el que interviene en la fijación de la ideología, y en el caso del País Vasco y ETA, el entorno estuvo completamente corrompido durante décadas en todos los ámbitos posibles. El viciado éter de una habitación cerrada durante años no es fácil de ventilar.

ETA sigue existiendo en tanto en cuanto su aparato político está presente en las Instituciones políticas. Mertxe Aizpurua, diputada en el Congreso por EH Bildu, fue directora de Egin y fundadora de Gara, el aparato mediático de ETA. También fue condenada a un año de cárcel por apoyar el terrorismo. En el Parlamento vasco, las elecciones de 2020 concedieron actas por EH Bildu a tres exmiembros de ETA. Arkaitz Rodríguez, Iker Casanova e Ikoitz Arrese suman casi 20 años de cárcel cumplidos bajo la acusación de pertenencia a banda armada. Hasta el mismo líder del partido, Arnaldo Otegui, perteneció a ETA y fue condenado por ello.

ETA sigue existiendo en tanto en cuanto aparece una bandera reivindicativa del acercamiento de los presos al País Vasco. No solo son familiares los que las enarbolan, es un amplio colectivo simpatizante. Es entendible que el familiar de un preso quiera tenerlo lo más cerca posible, pero en el pecado está la penitencia, aunque sea indirectamente. Menos racional es que la principal exigencia del aparato político de ETA haya permeado en la sociedad civil y lo haya hecho suyo. Exigencia atendida, por otra parte, gracias al pago del PSOE a Bildu en concepto de posibilitación de investidura en las elecciones generales de 2019. Indignidad mayúscula del partido socialista para con sus víctimas, que fueron muchas, pero ya se sabe que la política hace extraños compañeros de cama. Y de esto no se libran todos los partidos que han pactado con los aberztales en ayuntamientos del territorio vasco.

ETA sigue existiendo en tanto en cuanto se realizan ongi etorris públicos a los expresidiarios de la banda terrorista. ETA sigue existiendo en tanto en cuanto se hace política con el dolor, sea desde el partido que sea. ETA sigue existiendo en tanto en cuanto hay quienes quieren pasar página porque es historia a la vez que pide Memoria Democrática con las víctimas del franquismo. ETA sigue existiendo en tanto en cuanto...