Decimos adiós al segundo año pandémico y todo apunta a que saludamos a un tercero. Existe la esperanza de que esto acabe antes que el nuevo año, pero llegados a este punto, con la gran mayoría de personas vacunadas pero en plena sexta ola, uno no sabe a qué atenerse, y casi es mejor no hacerse ilusiones. Sí, sabíamos que la vacuna no era el bálsamo de Fierabrás, pero muchos nos esperábamos no volver a las andadas. Los científicos andan perdidos y los políticos... haciendo política con todo, para variar. El caso es que la salud sigue siendo nuestra principal lucha en esta época, que arrancó en España a principios de la actual década, como si el inicio del veinte-veinte nos tuviese preparado un destino orwelliano. Sin salud no hay economía, decían unos. Sin economía no hay salud, decían otros. El caso es que cuesta mantener ambas. Inflación disparada, mayor desempleo juvenil de Europa, peor recuperación de Europa según Eurostat, el FMI y la OCDE, el precio de la electricidad en números inabordables, y la deuda pública en 122% de PIB (pagándose con inflación). Pero eso sí, hay que celebrar que España es el primer país en ser rescatado con los fondos que les obligaron a pagar a los países que sí hicieron sus deberes. No ha sido un buen año en absoluto, pero algo mejor que el 2020 sí. Era fácil mejorarlo. Pero no seamos pesimistas. Habrá que pensar que 2022 nos deparará mejoría. ¿O qué más desgracias pueden pasar? ¿Que entre en erupción un volcán durante tres meses?


FELIZ Y PRÓSPERO AÑO 2022