¿Cuáles son los motivos de la constante subida del precio de la electricidad?


Los españoles asistimos, en parte atónitos, y en parte resignados, a la subida constante del precio de la electricidad, que marca récords diariamente. Sabemos poco de cómo funciona el mercado energético, solo sabemos que la factura es inabordable para pequeños comercios y familias vulnerables, y que buena culpa de ello la tiene la parte impositiva con tres gravámenes: el impuesto a la electricidad del 5%, el impuesto sobre el valor de la producción de energía eléctrica del 7%, y el IVA del 21%. Es decir, Si una factura es de 100€, 33€ van a las arcas del Estado. Puede que este aspecto sea el primero que deba abordar el Gobierno de Pedro Sánchez, pero dejaría de recaudar muchos millones de euros que tendría que compensar por otro lado. Un Estado elefantiásico no se paga solo y hay muchos bolsillos que llenar a cambio de votos.

Aunque bajar o eliminar los impuestos puede ser una solución rápida y eficaz, uno de los problemas que tenemos sobre la mesa como sociedad radica en que el sector energético es un oligopolio que hace y deshace a su antojo, algo que un gobierno eficaz debería, no solo vigilar, sino destruir. Y no aborda tal cosa porque además de ser un oligopolio es un lobby que ha venido financiando al bipartidismo corrupto desde hace décadas. Hoy el "marrón" lo tiene el PSOE, pero que a nadie le quepa la menor duda de que si gobernase el PP estaríamos en la misma situación. No pueden hacer nada porque están secuestrados por sus propias trampas, pero ahora, con otros partidos políticos en escena que aprietan para tomar soluciones, ven peligrar sus cortijos. Es el caso de Unidas Podemos, socio minoritario del Gobierno. Está ejerciendo presión a los grandes ministros del PSOE para que tomen medidas urgentes, pero ninguna pasa por bajar impuestos ni romper oligopolios. Pretenden crear una empresa pública de electricidad, o lo que es lo mismo, un monopolio estatal.

Aparte de la estructuralidad política del problema eléctrico, nos encontramos con la mercantil como la otra pata en este asunto. España ha pasado de depender de sí misma en la generación de energía a hacerlo de otros países. Se ha sustituido el carbón obtenido en nuestras cuencas mineras, alimento de las centrales térmicas, por gas importado para hacer funcionar las centrales de ciclo combinado. Actualmente el gas está caro, y lo seguirá estando hasta mediados del 2022 según las previsiones del mercado de futuros. Correcto, pura especulación. Pero hay más. Nos encontramos en un escenario de cambio climático, motivo por el cual las centrales térmicas de carbón y petróleo están en desuso por ser su combustión altamente contaminante, con lo que la producción de electricidad se basa en las centrales hidroeléctricas, los parques de generación de energías renovables, y las centrales nucleares. En momentos de pico de demanda, como el invierno o el verano, completan el suministro las centrales de ciclo combinado, hasta el punto de ser las que "tiran del carro" en momentos puntuales. Red Eléctrica de España (REE) ofrece la posibilidad de monitorizar en tiempo real la demanda y producción de energía aquí.

La mitad superior de la imagen capturada en un momento aleatorio de la web de REE muestra el porcentaje de generación de cada tipo de tecnología transformadora. En este caso, las centrales de ciclo combinado suponen más del 19% de todo el caudal, solo por detrás de la nuclear (porción morada) con el 20%, y solar fotovoltaica (porción naranja) con el 24%. La producción de energía mediante mecanismos emisores de CO2 genera la externalidad negativa de la contaminación de la atmósfera. Y aquí entra en juego la última variable de la ecuación que define el precio final de la luz. En la Conferencia sobre el Clima de París (COP21) se estableció que, para desincentivar a los países más contaminantes la producción de energías "sucias", todas aquellas instalaciones emisoras quedan sujetas al régimen de comercio de derechos de emisión. Dicho de otro modo, tienen que pagar para poder contaminar. El funcionamiento de dicho régimen consiste en el derecho de disposición de una cuota gratuita de emisiones (medidas en toneladas de CO2 por hora). En caso de superar dicha cuota, pueden comprar más derechos de emisión en el mercado de derechos mediante subasta. Sin embargo, estos derechos van disminuyendo cada año, a fin de transitar más pronto que tarde hacia energías verdes, con lo que el precio sube. Y no solo eso, los derechos de emisión son un activo financiero como cualquier otro, con lo que los inversores los compran para venderlos más caros. Correcto, pura especulación. En el caso de las centrales de ciclo combinado, se puede ver en la mitad inferior de la imagen cómo emite dos tercios del total de CO2, derivando en la necesidad de compra de derechos de emisión extra. Véase también cómo en la hora pico de las 21h, esas emisiones aumentan considerablemente.

Por tanto, el motivo por el cual el precio de la luz es tan caro se resume con la siguiente ecuación:

+ 33% de impuestos.
+ Una alta demanda de electricidad supone que la generación de energías limpias no sea suficiente.
+ Para completar el mix de producción se acude a la compra de gas natural para alimentar las centrales de ciclo combinado, el cual está a un alto precio.
+ La quema de combustibles fósiles emite CO2 a la atmósfera. Para compensar la externalidad negativa, las compañías eléctricas han de comprar derechos de emisión.


Pero no termina aquí el abuso al consumidor. La existencia de un oligopolio y lobby energético no solo supone dificultades para desregularizar el sector y librarse de sus ataduras, sino que también causa alteraciones arbitrarias en el precio de la luz al hacer trampas en un mercado que controlan y manejan para obtener los máximos beneficios posibles. El mercado mayorista de la electricidad opera bajo un sistema marginalista, en el cual, generadores, comercializadores y consumidores cualificados emiten sus precios y cantidades de compraventa de electricidad para cada hora del día, de ahí la volatilidad del coste y sus picos en las horas de mayor consumo. El precio final se determina casando valores de oferta y valores de demanda, y lo fija la última central que habilita esa casación. Si el oligopolio eleva de esos valores de oferta pero el coste de producción no varía, los beneficios se maximizan. Una práctica que está ocurriendo actualmente, y que ilustra este caso de manipulación de precios, es cuando la empresa explotadora de una central hidroélectrica vacía deliberadamente el pantano para emitir ofertas alcistas al mercado mayorista alegando escasez de agua, para así compensar el alto coste del gas natural en las centrales de ciclo combinado cuando la demanda de consumo hace necesario su funcionamiento. Es decir, pagamos agua a precio de gas. A la contra pasa algo parecido, pero supone un beneficio para el consumidor, y es cuando el pantano está lleno y hay que desembalsar agua obligatoriamente. Los costes de producción son casi cero, con lo que la oferta es bajista por necesidad.

Una vez evaluadas todas las causas que precipitan el aumento del precio de la electricidad, se deben analizar las posibles herramientas y alternativas para minimizar estos episodios, que aunque son estacionales, cada vez se hacen más difíciles de asumir. Pero esto será materia para la próxima.