¿Por qué el socialismo busca siempre subsidiar en vez de fomentar la libertad para trabajar?


Varios aforismos definen la anticultura de la ayuda y el subsidio practicada por todos los partidos políticos puramente socialistas y algunos socialdemócratas. El más representativo puede ser «El socialismo te rompe las piernas, luego te da unas muletas y te dice "Si no fuera por el gobierno no podrías caminar"». Satiriza magistralmente ese profundo estatismo que practican estas formaciones. Buscan la servidumbre del ciudadano, que se sienta en deuda con el Estado benefactor, garantizándose así un voto en las elecciones. A esto se refería Hayek en su obra "Camino de servidumbre". El socialismo y la socialdemocracia son clientelismo, y para lograr su objetivo electoralista no les basta con promesas irrealizables y populismo, necesita provocar situaciones para luego explotarlas. Tal práctica se está viendo claramente en la Comunidad de Madrid, en precampaña de las elecciones del 4 de mayo. El lobby de izquierdas formado por los propios partidos que se presentan a los comicios, así como otros voceros, critican la política de contención de la pandemia de Covid-19 en lo que respecta al sector de la hostelería.

Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, siempre se ha mostrado objetora con las medidas anticovid tomadas por otras Comunidades Autónomas, incluso por las gobernadas por su propio partido, desde que el gobierno central se desentendiese de sus funciones tras la catástrofe de la primera ola y delegase la gestión a las autonomías. Ella y su equipo, con el médico y cirujano pediátrico Enrique Ruiz Escudero al frente, se quisieron diferenciar de los confinamientos perimetrales y del cierre total de la hostelería, arguyendo que su plan no solo no dispararía la afectación por el virus, sino que permitiría a los hosteleros a continuar con su negocio, pudiendo trabajar (con restricciones), y moviendo la economía en el sector más golpeado por la pandemia. No hay un estudio científico que avale que su planteamiento haya sido médicamente positivo o negativo. Otras Comunidades han sido mucho más restrictivas y han tenido peores datos que la madrileña. Lo que sí es obvio es que los hosteleros han podido ingresar dinero gracias a la flexibilidad del gobierno de Ayuso.

La transigencia con el ocio en la Comunidad de Madrid ha provocado un efecto llamada de jóvenes extranjeros, en su mayoría franceses, que vuelan a la capital española a pasar el fin de semana de fiesta con nulas medidas de seguridad. Con unas elecciones autonómicas en ciernes, los partidos más a la izquierda del espectro político nacional se han aprovechado de la situación y se han mostrado muy contrarios con Ayuso y su gestión, alegando que su excesiva permisividad puede provocar un dramático ascenso de infecciones y muertes. "Bomba vírica" lo llegaron a llamar. En otras palabras, exigen el cierre de la hostelería. A su vez, también critican que no se hayan destinado ayudas económicas a este sector. Es fácil entender la estrategia llegados a este punto, ¿verdad? El socialismo pretende romperle las piernas a la hostelería, regalarle unas muletas y cobrar su gratitud en forma de voto en las elecciones cercanas.

La política no debe servir para favorecer los intereses espurios de unos cuantos enemigos de la libertad. Exacto, el socialismo es enemigo de la libertad. No en vano, el lema elegido para la campaña de Ayuso ha sido "socialismo o libertad". Madrid se juega su futuro de libertad económica, prosperidad y empleo contra la anticultura de la ayuda y el subsidio que siempre pretende implantar el socialismo, a fin de que el ciudadano sea más siervo del Estado. El germen del socialismo nació para romper los grilletes de la servidumbre feudal, que a su vez evolucionó para acabar con la servidumbre del capitalismo primitivo. Se suponía un movimiento liberador, pero ha acabado transformándose en un constante intento de subyugación del ciudadano por parte de un Estado omnipresente liderado por el mismo partido político que presume de luchar contra la sumisión. Los hosteleros no quieren ayudas ni subsidios, quieren trabajar y ser libres para elegir su destino. Mientras los informes no aconsejen lo contrario, la solución es no torpedear más a unos negocios que ya bastante mal lo han pasado.