¿Es ética o insolidaria la postura de youtubers millonarios como "El Rubius"?


La guerra cultural se abre paso encarnada en la dialéctica de unos chavales que han sabido rentabilizar como nadie las posibilidades que ofrece Internet. Ellos solos han validado el paradigma del capitalismo posmodenista; el que va de la mano con la Cuarta Revolución Industrial; el que no necesita de un gran capital inicial para triunfar; el que no solo satisface una demanda social, sino que la construye y la explota; el de las startups; el de las redes sociales; el de Youtube. El caso de "El Rubius" es llamativo por cómo ha conseguido amasar grandes cantidades de dinero gracias a casi cuarenta millones de seguidores por todo el mundo. Un número de personas cercano al de la población española ve sus vídeos, consume su producto. Producto que es gratuito, pero tiene tal tirón que formaliza un escaparate ideal para que muchas marcas se publiciten en él, y de ahí semejantes beneficios. Es lo mismo que lleva haciendo el deporte con los grandes nombres desde hace décadas: un soporte marketiniano. Y nunca nadie se ha llevado las manos a la cabeza. ¿Por qué ahora esta furibunda reacción de los voceros mediáticos defensores del socialismo ante la fuga de estos chicos hacia el paraíso fiscal del Principado de Andorra? ¿Por qué no antes, o no en la misma medida, con otros que también se fueron para tributar menos? La respuesta es sencilla. Estos youtubers defienden su libertad económica ante el poder extractivo del Estado. Y esa libertad es lo que más odia el socialismo. No en vano, en 1961 se construyó un muro en Berlín para que no huyesen los ciudadanos de la Alemania comunista.

Liberalismo contra marxismo. Es la guerra cultural que nos ocupa en estos días. La red de redes es su campo de batalla. El último enfrentamiento ha sido ganado por las ideas liberales, hay cierto repliegue de los defensores del socialismo que se están armando de argumentos para el contraataque. Pero todo esto no es, ni mucho menos, nuevo. El liberalismo en España tuvo su máximo esplendor después del reinado de Isabel II, durante el Sexenio Democrático (1868-1874), y fue un movimiento mayormente progresista y de izquierdas, opuesto a los radicalismos carlistas y marxistas. Durante el s.XX, la ideología liberal estuvo coartada por el fascismo, el socialismo y el franquismo: sus archienemigos. Con Franco se asoció liberal con libertinaje, y aquello no caló mucho en las mentes ultracatólicas de la dictadura. Pero no solo fue ese el problema. En el pasado siglo España tuvo dos espejos ideológicos en los que mirarse: el comunista y el fascista; ambos ultraestatistas, en los que la propiedad privada de los medios de producción era marginal, todo dependía del Estado. Incluso los trabajos menos cualificados eran ejecutados por funcionarios, algo difícilmente entendible hoy en día donde, por poner un ejemplo, los servicios de limpieza de un lugar público (hospital, fábrica, administración) están externalizados. ¿Qué tiene que ver esto con el clamor liberal en 2021? Hemos heredado un Estado inmenso.

A falta de conocer los datos de 2020, según la Encuesta de Población Activa (EPA), España terminó 2019 con un total de 3.253.300 de funcionarios y empleados públicos, lo que supone 130.000 millones de euros al año en sueldos, o lo que es lo mismo el 11% del PIB. Por otro lado, las pensiones de los 8,86 millones de pensionistas van a costar 163.297 millones de euros este 2021, el 14,5% del PIB. Estas son las dos partidas más grandes de gasto público. Hablamos de mantener a 12,11 millones de personas a con los impuestos de asalariados, autónomos y empresas privadas. ¡12,11 millones de posibles votantes de unos 37, el 32,7%! Cuarenta años de socialdemocracia que han servido para que los políticos tejan gigantescas redes clientelares y nos lo vendan como ineludible Estado del Bienestar, cuando el gasto en sanidad es del 7,6% del PIB, en educación es del 3,97% del PIB y en infraestructuras es del 0,88 del PIB. La gota que colma el vaso es la cantidad de chiringuitos que se confeccionan a medida para que muchos inútiles medren y succionen lentamente el bolsillo del contribuyente. Y aunque por este motivo han defendido algunos youtubers su fuga a Andorra, puede que sea el menos relevante, porque no supone tanto voto como subir las pensiones o el salario de los funcionarios. Si nos paramos a pensar, estas prácticas constituyen un sistema de aprobada corrupción de tanto que nos han insistido que es por nuestro bien.

Falso. Nuestro bien lo fabricamos nosotros mismos con trabajo, ahorro y responsabilidad. ¿Es ética la postura de "El Rubius"? Posiblemente no lo sea. En su caso parece haber más de egoísmo que de lucha ideológica, lo que no quita para que sea libre de elegir su presente y su futuro. Sin embargo, la revolución liberal que muchos pretendemos se puede hacer desde dentro del sistema podrido. ¿El liberalismo consiste en dejar de pagar impuestos? No, en absoluto. Consiste en utilizar dichos impuestos de forma responsable, sin derroches, sin corrupciones, sin redes clientelares, sin innecesaria burocracia, sin gasto perpetuo porque paga el Estado. En definitiva, gasto estrictamente necesario. ¿El liberalismo es insolidario? Existen varias corrientes filosóficas dentro de éste, desde una postura social hasta una anarquista, pero en cualquier caso, no se puede decir que sea insolidario porque cada una de ellas establece mecanismos de mutualización mediante contratos privados o acuerdos voluntarios que permiten auxiliar a los más necesitados. Aunque no es objetivo de este post ahondar en los vericuetos filosóficos del liberalismo, sí es revelador que unos chavales hayan prendido públicamente la mecha.