¿Cuál es el horizonte del Gobierno en plenas negociaciones de los PGE?


Nueva oportunidad para la toma de la alternativa del Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos que, en sus poco más de seis meses de vida, ha tenido que lidiar con un toro tan pequeño como un virus y tan bravo como un Miura. En la faena del año pasado, el difícil coso de los Presupuestos Generales del Estado le procuró a Pedro Sánchez una dolorosa cornada que le obligó a terminar su actuación, aunque si por él hubiera sido, habría continuado. Se le veía cómodo en el ruedo, o mejor dicho, en el semirruedo del hemiciclo. Y se le sigue viendo cómodo ahora. No es ningún descubrimiento que es el Presidente más orgulloso y arrogante de cuantos han pasado por Moncloa. No importa, se cree más listo que sus oponentes políticos. Y puede que lo sea. El nivel está bajo, demasiado bajo. Pero sus rivales en este caso que nos ocupa no están en España, sino en Europa.

En otros posts de este humilde blog se ha hablado de las cadenas y las deudas de Sánchez. No olvidemos que fue el primer Presidente que llegó al poder después de ganar una moción de censura. Para ello tuvo que prometer demasiado, e hizo extraños compañeros de cama de los que renegó hasta la saciedad. Esos mismos son los que ahora le tienen que salvar el trasero con los PGE, una vez más. Hablamos de la izquierda más reaccionaria del país: Podemos, ERC, Más País, BNG y Bildu; además de partidos mercenarios como el PNV, PRC y Teruel Existe. A todos ellos les importa un rábano la economía y el bienestar de la ciudadanía española. Son populistas o nacionalistas —que viene siendo parecido—. La economía dicta que en tiempos de crisis no se pueden hacer tonterías, pero los pañuelos en la plaza animan a hacerlas. Podemos, en su utopía monetaria, pretende gastar más. Total, el hermano del ministro de Consumo, economista él, sostiene que imprimir billetes no genera inflación... Dios salve al eurogrupo. ERC será magnánimo en su posición para acercar posturas de cara a la independencia de Cataluña y a la victoria en las elecciones autonómicas. Más País y BNG bastante tienen con mantener sus escasos diputados. Y Bildu son la vergüenza de España, pero eso a Sánchez le resbala. Si el diablo tuviera escaño sería su mejor socio. Y con los mercenarios ya se sabe que se venden al mejor postor.

Con estos mimbres es de suponer que los PGE serán inaceptables para la UE. No obstante, el Ejecutivo está soltando al aire de la opinión pública futuribles decisiones impopulares, como congelar el sueldo de funcionarios y pensionistas, o subir cuotas de autónomos, y alguna que otra tasa que ayude fiscalmente a un país en ruina. Los datos que ofrecen las principales agencias de calificación y la OCDE ponen a España como un caso dramático de pérdida de PIB, aumento del desempleo y destrucción de empresas. El déficit de la Seguridad Social es inabarcable. La deuda pública impagable. El keynesianismo socialdemócrata no es la solución. El socialismo lo es menos. Hace falta realidad, por dura que sea. Ante una crisis de producción y liquidez, como en la que estamos inmersos, sólo hay una solución posible: la reducción del gasto estatal, es decir, fin de las prórrogas de las subvenciones por ERTEs, reducción de las ayudas a ciertos sectores, bajada proporcional de salario a funcionarios y empleados públicos, congelación de las pensiones, eliminación de cargos políticos y asesores, bajada sustancial del dinero hacia partidos políticos —o incluso su eliminación y que sean financiados enteramente por sus socios—, y bajada progresiva de los impuestos más confiscatorios como el IRPF, Sociedades e IVA. Esto último es esencial para no cercenar el nivel adquisitivo de las familias y las pequeñas empreas, a fin de promover una mayor renta y gasto. Si se abaratan las condiciones de los diferentes mercados se flexibiliza su situación, permitiendo la movilidad de la economía y, por consiguiente, un mayor nivel recaudatorio que con medidas cerriles.

La lucha entre partidos es feroz, como no podía ser de otra forma en un Parlamento tan segmentado y polarizado como el español. Nadie puede pretender que la izquierda radical pacte con la derecha radical. Ni siquiera la derecha conservadora puede arriesgarse a nada con la izquierda centrista, y viceversa. Sus votantes jamás lo entenderían. Todo apunta a una reedición del pacto de investidura más Ciudadanos, partido en vías de extinción al que ya sólo le vale apostar todo lo que tiene. Una pena que el primer partido rupturista en caer sea el que se decía liberal en vez del comunista, aunque todo, poco a poco, volverá a su cauce para regocijo del PP y PSOE. El bipartidismo no era tan malo después de todo. El horizonte económico es insondable, pero puede que la irremediable austeridad del Estado haga saltar por los aires al Gobierno, adelantando elecciones otra vez.