¿Cuál sería la mejor forma de Estado para España?


Corren tiempos extremadamente difíciles para la monarquía en España, otra vez. El exilio del Rey emérito Juan Carlos I pretende cerrar las puertas de la corrupción en la institución, pero a su vez, abre las del republicanismo incesante en un país que empezó a renegar de la corona hace más de siglo y medio con la restauración absolutista de Fernando VII (Borbón), tras el reinado de Pepe Botella. El s.XIX fue tan convulso como para albergar una Guerra de Independencia, tres guerras carlistas, el exilio de Isabel II después de la Septembrina, el reinado de un Saboya, una república y otra restauración borbónica con Alfonso XII, bisabuelo de nuestro protagonista. Pero lo peor llegó con la Segunda República Española, constituida tras unas elecciones municipales no plebiscitarias que los republicanos perdieron en el cómputo general del país, pero que ganaron ampliamente en las grandes ciudades —hecho considerado un golpe de estado por muchos historiadores—, lo que provocó el exilio de Alfonso XIII. Sin embargo, tras una cruenta guerra civil y una larga dictadura de ultraderecha, el revanchismo de la izquierda republicana ha seguido latente desde que Franco dejara bien atado su legado antes de morir, proclamando a Don Juan Carlos Rey de España y Jefe del Estado.

El 6 de diciembre de 1978 se ratificó vía referendum la vigente Constitución, que fue sancionada y promulgada por Juan Carlos I el 27 de ese mismo mes en el Congreso de los Diputados. En ella se especificó el modelo de Estado para el país, según reza el primer punto de su primer artículo: "España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político". No obstante, y escuetamente, aparece el tercer punto "La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria". Y cabe recalcar lo de escuetamente porque en el vídeo incrustado aparece el difunto expresidente Adolfo Suárez reconociendo a los medios en 1995 que añadió esta línea de tapadillo, ya que las encuestas auguraban un fracaso del sentimiento monárquico en caso de referendum elector entre monarquía y república.


No cabe duda de que el Rey emérito ha tenido varias sombras durante su labor al frente del Estado, sobre todo al final, pero es de reconocer su labor por la paz y la democracia a lo largo de su reinado en acontecimientos tan críticos como el 23F. Es de reconocer, además, haber sido un gran embajador de la marca España por el mundo, atrayendo inversión e intercediendo en megaproyectos como la ampliación del Canal de Panamá o el Ave a la Meca, del que se descrubrieron comisiones millonarias no declaradas, y que a la postre le han llevado a esta situación. La corrupción es un mal inherente al ser humano, sea rey o vasallo, pero es de todo punto ilógico e innecesario que lo haga el primero y que no pague por ello como sí lo haría el segundo. Pero imaginemos por un momento que sí se hubiese producido ese referendum y hubiese ganado la república como forma de Estado. Veamos las alternativas:
  • República parlamentaria: Sistema de Gobierno en el que existe la figura del Presidente de la República y el Presidente del Gobierno o Primer Minisitro. El primero carece de Poder Ejecutivo y es elegido por los representantes parlamentarios. El segundo, junto con su Consejo de Ministros, representa el Ejecutivo de la nación, y es elegido por sufragio universal. En este caso, los diferentes poderes no están lo suficientemente aislados debido a que el Poder Legislativo puede estar monopolizado por los diputados del partido del Presidente del Gobierno en caso de mayoría absoluta, siendo muy difícil negar leyes salvo que sean anticonstitucionales. El Poder Judicial también está de alguna forma intervenido por el Presidente del Gobierno, dado que elige a ciertos cargos como el Fiscal del Estado. Es el caso de la República de Alemania o Italia.
  • República presidencialista: Forma institucional en la que el Poder Ejecutivo es ejercido por el Presidente de la República, elegido por sufragio univeral, y actúa como Jefe de Estado y de Gobierno a la vez. Como características principales destacar que el Jefe de la República tiene atribuciones legislativas compartidas con el Parlamento, además de actuar como balanceador entre los tres poderes que han de estar fuertemente diferenciados y aislados. Por último, el mandato tiene una duración determinada. Es el caso de los Estados Unidos.
  • República semipresidencialista: Modelo en el que se fusionan los dos anteriores conformando un Ejecutivo Dual, por el que el Presidente de la República tiene poder Ejecutivo en asuntos que afectan a la política internacional principalmente, y el Presidente del Gobierno lo tiene en asuntos nacionales. Es el caso de la Segunda República Española o la República Francesa.
Puede que en el momento crucial del 1978 se hubiese apostado por recrear el modelo de la Segunda República por ser el último democrático antes de la dictadura, con lo que la historia nos hubiese deparado una fórmula semipresidencialista. Sin embargo, el movimiento republicano —eminentemente izquierdista—, a tenor de los acontecimientos actuales, solicita una votación a la población a fin de que se refrende la monarquía, o por el contrario, se instaure una tercera república. No existe atisbo de duda de que algunos partidos políticos pretenden resucitar los viejos fantasmas del pasado con la tricolor en ristre, pero si miramos a la moderación no es descabellado pensar que se proclamase una república parlamentaria, precisamente porque viene a ser lo mismo que una monarquía parlamentaria con un Jefe del Estado electo —aunque no por sufragio universal—. Si ya con el modelo monárquico actual padecemos una fuerte partitocracia —aun siendo apolítico el Rey—, con un Presidente de la República estaríamos a merced de la filosfía política del Ejecutivo, algo que puede ser tan bueno como nefasto según sea esta.

Por tanto, ateniéndonos al gasto que nos cuesta mantener a la Casa Real —supongámoslo parecido al de un Presidente de la República—, a las funciones que desempeña, y al incremento del estatismo, un servidor tiene meridianamente claro qué modelo es el más útil, o por decirlo de alguna manera, el menos malo.