La medida estrella de Podemos es que paguen los ricos.




El coronavirus nos está haciendo sufrir, económicamente hablando, la travesía del Estigia, y Pablo Iglesias es Caronte que nos pretende llevar lentamente a la miseria impulsando su remo tallado con la gubia de la mezquindad. Esta alegoría dantesca —nunca mejor dicho— representa el resultado de aplicar las medidas económicas elaboradas por absolutos ignorantes en la materia, gente que sólo sabe de la venta de mentiras bien empaquetadas y adornadas, pero que es burdo populismo, cuyos únicos clientes son igual de ignorantes. Y es que ¿cómo no se nos había ocurrido antes hacer pagar a los ricos el desastre en el que nos ha metido, primero el COVID-19, y segundo el propio Gobierno? Pues parece que el partido morado tiene la solución perfecta: "la tasa de reconstrucción".

Esta medida, según lo dicho antes, es una mentira bien edulcorada. En realidad son dos mentiras. Era difícil incurrir en dos falacias en cuatro palabras, pero en Podemos son expertos. Ni es una tasa, ni es de reconstrucción. Primero porque es un impuesto, ya que una tasa según la RAE es un "tributo que se impone al disfrute de ciertos servicios o al ejercicio de ciertas actividades", y en este caso ni se proporciona ningún servicio ni permite ejercer ninguna actividad. Segundo porque no hay nada que reconstruir, no ha habido una guerra o un cataclismo natural que haya destruido el país, sólo hay que reactivar la economía que ha quedado paralizada por culpa de un agente infeccioso que venía avisando de su llegada con tiempo, y al que el Gobierno prefirió banalizar para hacer propaganda política. Pero, ¿en qué consiste este impuesto? Según Podemos, viene a sustituir el impuesto de patrimonio existente por otro no bonificable a las grandes fortunas, de tal forma que los patrimonios netos superiores a un millón de euros paguen un 2%; los superiores a 10 millones, un 2,5%; los superiores a 50 millones, un 3%; y los superiores a 100 millones, un 3,5%.

¿Que significa patrimonio neto? Es lo que se tiene menos lo que se debe, pero no tiene por qué tratarse de activos líquidos o dinero bajo el colchón, sino que entran todo tipo de activos, como los inmobiliarios o las mercancías. Es decir, una persona puede tener cero euros en dinero pero 10 millones en olivares, tocándole pagar 250.000 euros en concepto de este nuevo impuesto. Pero imaginemos que, por un lado, el Estado emite deuda por valor de 10 millones para hacer frente al pago de la extra de los sanitarios, y por otro lado, hay una persona con ese montante dispuesta a comprar dicha deuda. Basándonos en los precios tan reducidos que hay ahora, supongamos que nuestro prestamista pretende obtener un 1% de interés, es decir, 100.000 euros. No sólo no va a ganar poco dinero prestando su dinero sino que le va a tocar pagar 250.000 por la tasa de reconstrucción. Obviamente, la operación no le saldría a cuenta y los sanitarios se quedarían si su paga extra que tanto merecen.

A simple vista parece que un 2,5% de 10 millones es calderilla, pero supone un 250% de las ganancias netas en una posible operación de financiación, tal y como hemos visto en el ejemplo anterior. Esta es la letra pequeña que prefieren no contar al ciudadano poco ducho en economía para que sus mentiras sean fácilmente vendibles. Lo que tampoco cuentan es que una persona con una alta renta ya paga una barbaridad, y aun así, el Gobierno de coalición pretende que el IRPF suba al 47% a partir de los 130.000 euros. Es decir, si una persona cobra ese neto anual, tendrá que pagar a las arcas públicas casi la mitad.

La conclusión es clara: las ideas mágicas de Podemos e Iglesias son del todo erróneas, cuando no falaces. Uno ya duda si no saben ni lo más mínimo de economía, o si son plenamente conscientes de sus propuestas irracionales para ganarse votos. Todo apunta a lo segundo, pero provoca extrañeza escuchar a Eduardo Garzón, economista y hermano del ministro de Consumo, manifestar que la impresión de dinero fiat no provoca inflación, cuando la Teoría Monetaria Moderna —o neochartalismo—, la cual este sujeto defiende, ha sido desmontada por la mayoría de escuelas económicas. De lo que no hay duda es de que estas "tasas" solo sirven para desincentivar la inversión y deslocalizar la riqueza a otros países fiscalmente menos radicales. Ellos los llaman paraísos fiscales, pero la realidad es que España ya es un infierno fiscal. El socialismo de esta tropa conduce a la economía española sin frenos al jaque mate.