Hola amigos.
En todos estos días que llevamos de cuarentena debido a la pandemia han pasado muchas cosas, más allá de todo lo relacionado con el virus en sí mismo. Y han destacado muchas personas, la mayoría de ellas, por desgracia, para mal. Sin entrar en más detalles me pararé a analizar las hazañas de una de las personas que pertenecen a los tristemente destacados, que no es otro que nuestro querido Jorge Javier Vázquez, afamado… iba a decir periodista, lo dejaré en tertuliano y presentador.
Jorgito es alguien que en un país como el nuestro no necesita presentación, ya que los “espacios televisivos” que él frecuenta son paradigma de la telebasura más deleznable que pueda encontrarse, lo que viene a ser sinónimo de audiencias elevadas y prime time. Así que supongo que ha de ser bastante difícil encontrar a una persona de cierta edad que no sepa quién es él. Otra cosa es que los interrogados sepan quién fue Félix Rodríguez de la Fuente o Benito Pérez Galdós, por decir alguien, pero a Jorgito lo conocen, eso sí.
Esta semana hemos asistido a uno de sus tristemente habituales shows, en los cuales se mueve como pez en el agua. Por lo visto, hay un señor que se llama Alfonso Merlos, cuya existencia desconocía —hasta ahora— aunque el nombre y la cara me sonaban, la verdad. Desconozco por lo tanto su trayectoria profesional aunque sé que es periodista y que ha trabajado entre otros medios en la cadena Cope o en el programa de Ana Rosa Quintana. No viene al caso.
Este señor fue entrevistado la pasada semana por Javier Negre, en directo, en su propia casa, a través de videoconferencia debido al confinamiento, y en medio de dicho acontecimiento apareció al fondo de la habitación una mujer medio desnuda que cruzaba el cuarto. Negre no hizo mención al respecto, que yo sepa, en el mismo momento, pero enseguida ardieron las redes sociales y todos los mecanismos relacionados con el salseo, la prensa rosa y la telebasura se pusieron en marcha.
Resulta que este señor, por lo visto debía haber estado solo en su casa, debido a su situación personal, fuese la que fuese, y no sólo no lo estaba, con lo cual el confinamiento se lo estaba pasando por el arco del triunfo (la mujer que lo acompaña también), sino que además la mujer que aparecía detrás de él no es su pareja actual —sea su novia o señora—. Dejando de lado lo inapropiado de saltarse a la torera el confinamiento, y teniendo en cuenta que es un acto irresponsable que debería ser multado, el resto del hecho en sí no deja de ser algo que pertenece a la esfera privada y personal de este señor y de las demás personas a las que el vídeo afecta de una u otra manera, además de ser algo propio de prensa rosa. Lo normal es que ahí acabase la cosa. Pero teniendo en cuenta esto último y cómo es este país, no se habla de otra cosa últimamente. Ya sería bastante ridículo en una situación normal, pero en estos días distintos de aislamiento y preocupación, y dada la situación actual de la televisión en España, nos sirven estas cosas para entretenernos (a muchos) y para que no se hable de lo que de verdad importa. Básicamente, para tenernos atontados.
Y aquí entra en juego nuestro simpático protagonista, Jorgito Javier. En su programa de Sálvame del pasado lunes, 27 de abril, se estaba hablando, cómo no, de este tema, y criticando a este señor, Merlos, que por su pasado profesional en la Cope..., parece estar conectado con la derecha española, aunque esto son suposiciones mías, basadas también en lo que acontece en dicho programa. Se le critica por saltarse el confinamiento. En el vídeo famoso que recoge los mejores momentos del show de Jorgito, un colaborador del programa parecía quejarse de la doble moral del programa —sorpresa— ya que es curioso que se critique a este señor por esto pero no se diga ni papa de Pablo Iglesias —por ejemplo—, cuyas escapadas anti confinamiento sin ningún pudor son ya legendarias. Hay que matizar además que mientras Merlos es un ciudadano cualquiera sin ninguna responsabilidad política, Iglesias es todo un vicepresidente del gobierno, con lo cual debería dar ejemplo más que nadie prácticamente, y no sólo no lo ha dado sino que además es reincidente, a lo que se añade el hecho de que su señora haya dado varias veces positivo por coronavirus, lo cual, por otro lado, resulta sorprendente, ni que esta mujer hubiese estado expuesta recientemente a algún tipo de manifestación multitudinaria. Perdón por la licencia.
Pero esa es otra historia. Jorgito explota de ira en este momento, diciendo que qué tiene que ver Iglesias con esto (¿?), que si siempre con el “éste más” (¿qué sentido tiene criticar a una persona por algo si te resulta aberrante hacer lo mismo con alguien que, además de haber cometido el mismo error varias veces, ha de dar ejemplo como ninguno?). De ahí pasa a decir que qué tiene que ver Irene Montero y que si el chalet de Galapagar, pero es curioso porque si se ve el vídeo uno se da cuenta de que nadie nombra ni a Montero ni al chalet.
El colaborador se queja de que el “moderador” no le deja hablar y nuestro buen Jorgito, haciendo gala de su tolerancia y saber estar profesional le dice que no le va a dejar hablar “para decir tonterías” (y digo yo, ¿para qué tener una tertulia si sólo puedes hablar tú?). Las supuestas tonterías de las que habla este señor no dejan de ser un ejemplo más del doble rasero de esta gente y que tan habitual es en los últimos tiempos. Su peculiar visión de la libertad de expresión, etcétera. Simplemente, una crítica al gobierno, por mínima que sea e incluso en un contexto como ese, un programa de telemierda, no es tolerable. Y punto.
Lo mejor está por venir. Jorgito decide que ya ha tenido bastante opresión por un día y dice que eso “no le gusta” y nos deja la frase del momento: según él ese programa es “de rojos y maricones”, y al que no le guste, que no lo vea. Declaración de principios. Es lamentable ver cómo se le ríen las gracias encima, ya que en ese momento se enfoca a un miembro del equipo que trabaja fuera de cámara y se puede ver cómo se descojona de risa, y no creo que de su jefe precisamente. El osado colaborador intenta volver a hablar preguntando “¿me dejas que te hable?” y Jorgito dice que no, que ya está bien, que se os desmonta el discurso (¿?) y que él no quiere escuchar a su edad más “gilipolleces”. El colaborador pide que se deje la política aparte y Jorgito parece estar de acuerdo, pero le pide que se deje aparte también el ventajismo (¡!). Te tienes que reír, oye. Te tienes que reír.
Y queda la traca final. El colaborador aprovecha entonces para decir que dado lo que se ha dicho hasta el momento, no procede entonces pedirle explicaciones a Merlos por sus acciones, “por ser de derechas”. Entonces el pobre Jorgito no puede más y se tira al suelo, literalmente (eso es un presentador digno y no Pedro Piqueras), y cuando se le pasa el soponcio se levanta para terminar su legendaria intervención señalando al infame colaborador y diciendo “esto es VOX”. Ahí termina el vídeo y mi conocimiento al respecto, pero me extrañaría enterarme de que alguno de los allí presentes le hubiese cantado las cuarenta a este tipo. Más bien al revés. A alguno se le veía también histérico debido al atrevimiento insolente del odioso colaborador nazi. Llamar miserable y cínico a este personaje es quedarse muy corto. Se le agradece en cualquier caso, que se quite la careta, por si no se la había quitado ya. Es bastante ridículo e incoherente ir de tolerante y moderado para luego hacer ciertas cosas que son todo lo contrario. Esto es más que habitual también hoy en día. Al menos esto sí que se lo voy a comprar a Jorgito.
No en vano, poco antes de esto, puede que el mismo día incluso, fue micrófono en mano a preguntar a Javier Negre acerca de algo relacionado con lo de Merlos, y cuando éste le contestó y de paso le dijo que en vez de hablar de estas cosas se debería estar hablando de la pandemia, de las mentiras y de la ridícula gestión del gobierno, Jorgito pasó de él y le cortó, diciéndole mientras se iba que para eso “ya tienes a Abascal y compañía”. Este tipejo lo reduce todo a lo de siempre. Si no eres de lo mío, eres de todo lo opuesto. No le da para más. Y si le diese tampoco le interesaba. Lo otro no le haría millonario.
Y bueno, dejando a un lado que Jorgito es un señor, que entre otras cosas, ha contribuido al ninguneo de toda una violación en directo, como fue la acontecida en un Gran Hermano reciente, de la que él incluso se mofó (cero críticas por parte del feminismo rancio intolerante, por cierto), lo cual le deja moralmente por los suelos (algo muy suyo), él, en calidad de jefe del programa y como reconocido gay de izquierdas (sólo faltaba), dirige el cotarro a su antojo para que le quede un sarao a su imagen y semejanza, impidiendo cualquier tipo de disidencia e intentando hacer piña con quien le conviene de la manera más ridícula y por supuesto sectaria.
Su frase famosa contiene 7 palabras y se puede resumir en 2 básicamente, pero aun así Jorgito se equivoca con estrépito. En primer lugar, buena parte de su desdichada audiencia se compone en gran medida por señoras de bastante edad que no encontrarán las pobres nada mejor para entretenerse, y que no creo que sean ni de izquierdas ni homosexuales, al menos en su mayoría. Pero obviando a ese público de cierta edad, Jorgito habla de rojos y maricones. Ni que decir tiene que a buena parte de la izquierda española le habrá parecido genial su hazaña, aunque quiero pensar que a muchos les habrá parecido vomitiva, por muy de izquierdas que sean. Pero si aun teniendo razón, y debido a la catadura moral del personaje en cuestión y el contenido del producto, el público principal fuese de izquierdas, en mi opinión pincha totalmente en hueso con el tema de los “maricones”.
Podríamos entrar en lo despectivo del calificativo en sí. Me imagino la reacción si alguien se dirigiese a él de esa manera, y no me refiero sólo a su reacción, sino a la de los 2 sectores que él dice abanderar con su programa. Pero si lo dice él... oye, pues mola. Pero aparte de eso, no creo que el programa sea para maricones, como él dice, sino en todo caso para maricones de izquierdas, claro está, porque si eres gay y de derechas no pintas nada ahí. Como él mismo ha dicho con lo de rojos, el programa no es para ti. Una declaración más de corte sectario por parte de alguien que es cabeza de lanza de un lobby tan sectario y “estricto” (precisamente, hay que joderse), así mismo, como el LGTBI, del que muchos homosexuales reniegan por precisamente esta razón, y que por suerte, salieron a la palestra en las redes sociales para decir que ellos no ven esa mierda por muy gays que sean. Gracias.
No en vano, la propia Irene Montero tuiteaba hace pocos días que “la situación que atravesamos afecta de manera específica a las personas LGTBI”, adjuntando una “guía de recursos frente a la discriminación por orientación sexual e identidad de género”. Yo es que me pierdo. Esta señora está al cargo de la cartera de “igualdad” pero no para de hacer distinciones entre unas personas y otras. ¿Me puede decir alguien por qué extraña razón iba esta situación a afectar de manera diferente y específica a las personas LGTBI? ¿No somos todos iguales? Yo no sé si se refiere al trato médico en caso de contagio, lo cual no creo ya que el eslogan del asunto es “que el encierro no te meta en el armario”, pero aunque así fuera... en fin, este es otro tema, pero valga como ejemplo de lo sectario de este movimiento que por suerte no representa a todos los homosexuales y, acerca del cual, es una gran noticia ver renegar a un montón de gente gay que no cree en palabras vacías disfrazadas de “igualdad”.
Entra en escena Ada Colau, otra persona que no necesita presentación, para, todo orgullosa ella, tuitear al respecto de la hazaña de Jorgito lo siguiente: “Hacía tiempo que nadie le callaba la boca al fascismo en prime time y con tanto estilo. Gracias JJV”. ¿Por dónde empezar?
- Callar la boca: Hombre, si eres el jefe del programa y a base de imposiciones y de dar voces no dejas hablar a nadie, lo que habría que hacer es cerrarte la boca a ti, ya que no puedes callar a quien no tiene la oportunidad de hablar. Jorgito es un autoritario y un intolerante, y una persona de su cuerda, como es esta señora, disfraza esto de triunfo, como si el oprimido alzase la voz —qué cachondos los dos, millonarios apóstoles del proletariado—, y lo celebra debidamente. A pesar de todo, el infame y fascista colaborador consigue, no sin mucho esfuerzo, articular una frase que provoca el soponcio de nuestro protagonista. Así que callar, lo que se dice callar... a medias.
- Fascismo: La obsesión de esta gente con esta palabra es enfermiza, hasta el punto de reducir todo absolutamente todo lo que no les guste y les lleve la contraria a lo mismo, lo que no hace más que probar quiénes son los verdaderos fascistas. Está prohibido opinar a no ser que vayas a decir algo que me convenga. Pero no sólo eso. Hay que señalar que lo que esta indigente mental considera fascista es una simple crítica al actual gobierno, más que acertada en mi opinión, haciendo ver que lo que se critica de Merlos no es nada que el mismísimo vicepresidente del país (coleguita de Colau y Vázquez) no haya repetido varias veces antes.
Esto, señores, es fascismo para Colau. Este comentario, para esta individua, es digno del calificativo “fascista”, comparable así a cualquier crimen de Mussolini y sus acólitos, por ejemplo. Es simplemente vomitivo. Es tal el desnortamiento de esta gente que a uno le entran ganas de descojonarse, si no fuese porque no hace ninguna gracia.
- Prime time: En esto es en lo único en lo que acierta esta señora mayor. Cuando yo iba al cole, si ponía la tele a las horas en las que esta basura se emite, me encontraba con dibujos animados, deporte, o quién sabe, siendo un poco más mayor ya, si con el programa El Día Después del llorado Michael Robinson y compañía. Hoy en día, el infeliz niño que se atreva a poner la tele se encontrará a este payaso y sus luminarias. Y la maquinaria sigue. No en vano, en medio de esta pandemia, no pueden reunirse más de 3 personas, creo, en un funeral, dadas las circunstancias, pero sí que puede haber un puñado de “intelectuales” bien juntos hablando de nada, junto a todo el equipo necesario para que algo así se lleve a cabo. Enhorabuena.
- Con tanto estilo: Lo que Colau considera estiloso es ver a un señor mayor y pasado de rosca dando voces en un plató, mientras no deja hablar a nadie que vaya a llevarle la contraria, y que termina su numerito rebozándose por el suelo. Eso explica muchas cosas Ada. Flaco favor hace esta locaza descontrolada a la gente homosexual normal y corriente que desea que no se la identifique con gente así. Flaco favor hace Jorgito a cualquiera, la verdad.
- Es necesario recordar que Ada Colau es la alcaldesa de Barcelona, nada más y nada menos. Y esto, por desgracia, no es ningún bulo.
La confrontación de ideas y la división de opiniones son cosas sanas y habituales en la sociedad —o deberían—, así que hasta ahí todo bien. Pero luego están ciertas formas y ciertos contenidos, independientemente de las ideas de cada uno. Tampoco vamos a pedir peras al olmo, con la que está cayendo, en forma de buen rollo sin cuartel entre todas las ideas y personas. No en vano, ciertas cosas no son exclusivas de la izquierda ni mucho menos. Hay youtubers de derechas —o parecido— más o menos condescendientes y alguno usa la palabra “rojo” con indisimulado desprecio —aunque esto parece que lejos de ser un insulto es algo de lo que enorgullecerse, incluso así dicho, y si no que se lo digan a Jorgito—. He escuchado a UTBH referirse a Errejón como “el listo de Podemos”, o a InfoVlogger, que va más lejos hablando de ideología criminal al referirse al actual gobierno, etcétera. Y habrá mucho más que desconozca.
Pero Charisteas usa, para empezar, una absoluta condescendencia, más acusada si cabe que la de gente como Irantzu Varela, yendo a la yugular y dejando claro que si no estás de acuerdo con lo que él dice, eres imbécil. No en vano, uno de los vídeos de su serie “Gudmornin España”, llamado Gobierno Comunista, tiene rotulada al principio una advertencia que dice “el contenido de este vídeo podría ser ofensivo para gilipollas como usted”, dejando claro lo que te espera si algo de lo que dice no te gusta.
Se pueden ver en su canal vídeos llamados “Díaz Ayuso para dummies”, “Almeida para dummies” o, cómo no, un infaltable vídeo dando cera a quienes critican a Greta Thumberg o lo que la rodea. Todo con un estilo de graciosito de manual que, de nuevo, deja claro que se está riendo de ti si no estás de acuerdo con lo que dice. Por poner más ejemplos, la ya citada serie de vídeos Gudmornin España, viene con una cabecera en la que aparece el famoso accidente que el paracaidista Luis Fernando Pozo sufrió el pasado 12 de Octubre. Una risa. O “el comunismo ha entrado en la Moncloa y la primera en bajarse del barco ha sido la infanta Pilar De Borbón (refiriéndose a su fallecimiento) ya que ha visto que un tío con el pelo largo iba a manejar el país y...”
En ese mismo vídeo, acerca del gobierno comunista, dice lo siguiente: tras enumerar todos los aliados del PSOE para gobernar comenta que “podría decirse que toda España se ha unido en este nuevo gobierno. ¿Toda? No. Los españoles y catalanes de bien, los de misa, cocaína y puticlub, como diría Ignatius, y Miguel Ángel Revilla, que no sabemos si va a misa, han votado en contra. ¿Por qué? Porque son unos hijos de puta. No hay más”. Sin comentarios. La palabra sutileza no entra en el vocabulario de este señor.
Charisteas cae también, cómo no, en el vicio habitual de la gente de su cuerda, y al que ya me he referido antes: en el vídeo ya mencionado sobre la cacerolada a Sánchez comenta que se hizo una cacerolada contra el rey de España y que entonces, “los fascistillas” organizaron otra contra Sánchez, no porque sean unos anarquistas, sino que porque no tienen imaginación. Ya estaba tardando en salir la palabra mágica. Hay gente que necesita llamar fascista a alguien más que respirar. Los motivos que llevan a tal cosa, como ya se ha dicho, no son asesinar vilmente a un disidente en el marco de una dictadura absolutista y tirana. No. los motivos son no pensar como esa gente y además expresarlo.
Uno ya no sabe si llamar fascista a alguien sin más viene, aparte de por una enfermiza obsesión del interlocutor, porque ese alguien sea de derechas, más o menos moderado, o simplemente por no dar la razón en algo al autor del improperio. Porque no nos engañemos, eso es un insulto. Mucha gente presume en sus redes sociales, por ejemplo, de ser antifascista, como si la inmensa mayoría de la gente no lo fuésemos sin tener que pregonarlo. Es como dejar claro que eres antipedofilia o algo así. Pero es que esta gente piensa que a ti, que no les ríes las gracias, no te hace falta hacer ciertas barbaridades propias de contextos y épocas por suerte ya lejanas. No, a ti te basta con no pensar igual para ser considerado un fascista.
Sin embargo la palabra comunista, que, quitando las connotaciones económicas y sociales del término, es simple y llanamente un insulto si nos atenemos a las consecuencias del comunismo en conjunto, y teniendo en cuenta por qué la palabra fascista también lo es, se considera como algo elogioso. Como lo contrario al fascismo. Cuando no es más que lo mismo, desde otro lado. Los polos opuestos se tocan. Ambas cosas han llevado a la barbarie. Y sin entrar en el número de muertos que han ocasionado, llamar fascista a alguien porque su ideología a ti te recuerda a ideologías caducas del pasado que ni remotamente tienen algo que ver, pero a la vez vanagloriarse de ser comunista, viene a ser una contradicción. Y ya usar esa palabra para referirse a quien no piensa igual que tú porque así lo asocias fácilmente a lo anterior es una imbecilidad miserable. Y algo propio del fascismo rancio que tanto se dice combatir: hacer de menos y vejar a quien no piensa igual. Por ahí empezó todo.
O ¿acaso no hubo una noche de los cristales rotos en la cual se señalaron los establecimientos pertenecientes a judíos para pasar al linchamiento masivo, como preludio a la barbarie nazi? ¿Bárbaro verdad? Pues no hay más que ver lo que viene pasando en Cataluña, en nombre de “la libertad”, desde hace casi 3 años y por parte, curiosamente, de gente afín a uno de esos socios del PSOE para gobernar en la actualidad, para darse cuenta de que hay que tener cuidado con lo que se desea, porque puede hacerse realidad. ¿Quién acaba siendo el fascista?
Volviendo a Charisteas tampoco creo que haya que rasgarse las vestiduras. A pesar de, en mi opinión, no estar a la altura de lo que he visto en otra gente de distinto espectro, ni de tener la sutileza para comentar sin insultar y así poder ser tomado en serio, tampoco es el alfa y omega de lo ofensivo. Es todo lo ofensivo que el espectador quiera que sea. Como con todo.
Obviamente, sus seguidores en redes sociales lo aplauden y jalean diciendo que hay que tener sentido del humor, que es siempre necesario y más en estos tiempos que corren, y que bien por dar donde les jode a los fachas (jajaja) y además con gracia, que les jode más. Me parece bien. Hasta que te das cuenta de que la inmensa mayoría de gente que apoya ciertas cosas amparándose, claro está, en la libertad de expresión, se ofende si pasa lo mismo pero al revés. Y es que no creo que ni a todos estos “jaleadores” ni al propio Charisteas les gustase que les llamasen hijos de puta por votar lo que votan. O quizás les de igual, ¿quién sabe?
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