Los socialistas empiezan a tener mucho barro que tragar a cuenta de su pacto con el absurdo.
“Cuanto más crece el Estado, más disminuye la libertad” (Jean-Jacques Rousseau, 1762). El padre de la Revolución Francesa, junto con Montesquieu y Voltaire, ya lo argumentó en su famosa obra El Contrato Social, y tal aseveración no ha dejado de cumplirse desde que fue escrita. Y por enésima vez, la sociedad española tendrá que digerir un nuevo dislate de la ministra de Igualdad, Irene Montero, que ha conseguido sacar adelante el controvertido anteproyecto de ley de Libertad Sexual, por el cual se omite el delito de abuso sexual quedando sólo el de violación, se añade un nuevo delito por "acoso ocasional", y se penan los actos sexuales que no hayan sido consentidos expresamente por la mujer.
Por un lado, se eliminará el desdoblamiento abuso-agresión, de modo que todos los abusos sexuales, con o sin agresión, serán penados como violación. Esta es una demanda que el colectivo feminista viene reclamando, y que la ministra, como lÃder autoproclamada del movimiento, les ha puesto en bandeja. Salta a la vista que abuso y violación son dos cosas diferentes en cuanto a gravedad de los hechos, y asà está tipificado en el Código Penal —en España el término "abuso sexual" se usa para denominar los delitos sexuales en los que no hubo violencia, ni penetración no consentida (arts. 181-182 CP)—. Por otro lado, se pretende incluir el delito de "acoso callejero ocasional" como método para penar situaciones y conductas machistas de un hombre hacia una mujer en la vÃa pública, bares, fiestas privadas o en cualquier otro establecimiento. La mÃnima sensatez del proyecto impone penas menores, como multas de entre 90 y 750 euros, que, obviamente, serán muy difÃciles de demostrar, a menos que las denuncias vayan acompañadas de pruebas fehacientes. Finalmente, y he aquà lo más polémico del anteproyecto, es la necesidad del consentimiento expreso de la mujer para determinar si ha existido delito de violación, es decir, que tal acusación dependerá del conocido como "sólo sà es sÃ", y no sólo de la intimidación y la violencia. En resumen, si una mujer denuncia un abuso o agresión sexual, será determinante que manifieste que no fue consentido, independientemente de si hubo o no coacción fÃsica o psÃquica.
La falta de soporte jurÃdico ha generado un conflicto entre PSOE y Podemos, y la vicepresidenta Carmen Calvo y el ministro de Justicia Juan Carlos Campo se las han debido de tener tiesas con la pareja Iglesias-Montero, que siente como su principal baza electoral es torpedeada por el más mÃnimo viso de cordura, algo que perdieron hace tiempo. No en vano, son prisioneros de los colectivos radicales —lobbies— que dejaron cuando se alzaron con ciertas partes del poder, y ahora tienen que corresponder con lo apalabrado al más puro estilo "Juego de Tronos". Y es que tal celeridad por aprobar este "brindis al sol" obedece a una necesidad de darse lustre de cara al electorado antes del 8 de marzo, DÃa Internacional de la Mujer, cuando se espera que un mar de personas adoctrinadas conquisten las calles un año más para exigir irracionalidad a granel, para regocijo de quien las alenta a formar parte de ese clientelismo que no logran detectar.
Parece que el PSOE ya no sabe dónde meterse cada vez que sus socios del puño en alto salen a la palestra. Tal es asà que Pedro Sánchez procura dejarse ver lo menos posible para que su imagen pública no se deteriore —aunque si lo hiciera, el CIS se encargarÃa de remediarlo—, y envÃa a su segunda lÃnea a modular el mensaje de cara a la opinión pública, porque se ha comprobado que cada vez que habla Irene Montero sube el pan. Por lo visto, y según se cuenta en los medios, su falta de experiencia polÃtica y sensatez le han llevado a redactar con faltas de ortografÃa y neologismos inventados la documentación del anteproyecto de ley. El caso es que la culpa no la tiene Podemos, la tiene el PSOE, que en su desmedido afán por aferrarse al poder, ha dado casi carta blanca a los delirios totalitarios de sus compinches. Si es que antes de empezar el juego hay que saber elegir al compañero.
2 Comentarios
Pues sÃ... el tema tiene lo suyo. Se puede castigar un piropo según que la receptora (de receptores no parece decirse nada, ni tampoco parece haber nada acerca de homosexuales y este tipo de cosas) del mismo se sienta o no ofendida... y cómo se demuestra esto??? y si hoy me he levantado de malas lo que ayer era un comentario simpático hoy me ofende y es susceptible de delito??? Y de nuevo, como lo demuestro???
ResponderEliminarCómo va lo del solo sà es sÃ??? Algo que a priori parece lógico... yo consiento, todo bien. Si te digo que no, es que no. Pero y si al dÃa siguiente de decir que sà me doy cuenta de que me estoy arrepintiendo, o peor aún, de que ese par de copas que me tomé quizás nublasen mi visión de las cosas??? Qué va a pasar??? Se va a ser rehén de la conducta cambiante de una persona???
Y un largo etcétera...
Es un sinsentido sin fundamento jurÃdico, que de llegarse a aprobar tal y como está, supondrÃa enjuiciamientos alejados de la objetividad. Si ahora ya es difÃcil con la LIVG, con está va a ser un despropósito.
EliminarNo se puede esperar coherencia del radicalismo.
Procura comentar desde el respeto. Gracias.
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