¿Cómo se financian ambos modelos sanitarios en España?




A lo largo de varios posts se intentará desarrollar cómo funciona el sistema sanitario español, tanto el público como el privado, sus mecanismos de financiación, los servicios que se prestan, las calidades que ofrecen, los problemas que sufren, la convivencia y la posibilidad de una hibridación entre ambos, como ocurre en otros países con sistemas sanitarios mucho más avanzados que el nuestro. Al ser un tema tan complejo y con tantas alternativas, se le facilitará al lector tantos posts como subtemáticas se analicen, intentando mantener cierta independencia bajo un mismo hilo conductor. Vaya por delante que la sanidad española está entre las mejores del mundo, y aún así es muy mejorable, lo que pone de manifiesto que no hay soluciones perfectas.

Primeramente, debemos aclarar que lo que conocemos como Seguridad Social dejó de ser el conjunto de servicios públicos estatales que se encargaba del Sistema Nacional de Salud, sino que este pasó a financiarse exclusivamente con los impuestos y no con las cotizaciones derivadas de la renta de asalariados por cuenta ajena, autónomos y empresas. Esta fue la solución tomada ante la quiebra de la Seguridad Social en 1995, durante el Gobierno socialista de Felipe González, ya que el creciente coste del sistema sanitario podría volver a arrastrar a dicho ente. Por tanto, la Seguridad Social engloba el pago de prestaciones económicas como la de desempleo, pensiones contributivas y no contributivas, y otros subsidios. Es decir, ahora mismo un ciudadano tiene sanidad pública gratuita y universal aunque no cotice ni un céntimo a la Seguridad Social, ya que lo está pagando con sus impuestos, tanto directos como indirectos, con lo que es erróneo llamar Seguridad Social a la sanidad pública, y es falaz decir que cuanto más se cotiza, mejores servicios se deben tener.

Por otro lado, la sanidad privada se financia mediante seguros privados, pagados a través de primas periódicas, normalmente mensuales, que se calculan en función de las garantías contratadas, la situación del cliente, y un análisis actuarial de base, como cualquier otro seguro común. En este caso, el servicio sólo se presta a los abonados, y su calidad variará dependiendo de la tarifa. Obviamente, antes de contratar un seguro de este tipo, se le requieren al contratante —a la postre paciente— unos reconocimientos médicos previos, que determinan la viabilidad del mismo y su precio. No es lo mismo asegurar a una persona joven, no fumadora y deportista; a una persona de mediana edad, fumadora y con hábitos sedentarios; o a un anciano. En el primer caso, el seguro será barato, en el segundo será más caro, y en el tercero podría ser inviable.

Ahora bien, las diferencias entre los dos tipos de servicios sanitarios son importantes. Si bien, en la sanidad pública se ofrece un servicio estandarizado y común a cualquier paciente, en la sanidad privada se ofrece un abanico de servicios y calidades, que buscan incrementar la satisfacción del paciente, como tiempos de espera mucho más cortos, asistencia directa a especialistas sin necesidad de volante previo, o mejores condiciones hospitalarias. Por contra, la sanidad privada, aun estando muy avanzada en técnicas, infraestructuras y aparatos, no alcanza a la de la sanidad pública, que en algunos casos es puntera. Y quizá la mayor diferencia entre ambas es la práctica insostenibilidad de la pública, debido al elevadísimo coste que supone. ¿Podría plantearse una liberalización de la misma para introducir una nueva vía de financiación?

Sin duda sería viable y favorable. Una solución consistiría en el uso de infraestructuras públicas, como hospitales, o parte de ellos, para dar un servicio privado, aprovechando así aparatos punteros y abaratando costes de logística. Otro mecanismo es que la sanidad pública ofrezca servicios y calidades avanzadas a sus pacientes previo pago de suplementos o copagos, como habitaciones individuales, camas supletorias para acompañantes, u otros servicios. El fin es permitir al paciente que elija su servicio sanitario individualizado. En cualquier caso, y ante un posible clamor en contra procedente de la filosofía colectivista, la atención médica por parte de los profesionales deberá ser idéntica, sea cual fuere la categoría.

Singapur, uno de los países con el sistema sanitario más avanzado del mundo, contempla diferentes categorías sanitarias públicas para sus ciudadanos. En otro post se detallará cómo funciona y por qué es tan reconocido.