¿Qué implica este factor en la guerra comercial y cómo le afecta a España?




Con este post se termina la trilogía de la guerra comercial en la que estamos inmersos y que, a buen seguro, nos dará más capítulos que serán debidamente analizados. En las dos entregas anteriores se han sentado las bases de cuál ha sido la evolución desde el inicio hasta el día de hoy, y de cómo China es una amenaza que poco a poco va fagocitando el mercado mundial. El broche versa sobre las disputas entre EEUU y la Unión Europea, con el factor tasa Google de fondo y el daño a la agricultura, cuyas consecuencias ya se están sintiendo en nuestro país con diversas manifestaciones de un sector, que si tenía severas dificultades para salir adelante, los aranceles impuestos por Trump son un golpe de KO técnico.

Todo comenzó en 2004 cuando Alemania, Francia, Reino Unido, España y la Unión Europea destinaron partidas de dinero público a Airbus, la aeronáutica europea, generando un agravio competitivo a la homóloga americana Boeing. El Gobierno del entonces Presidente de EEUU, George W. Bush, ante este hecho, abrió una disputa a la OMC por violaciones en los acuerdos comerciales, y su resolución —tras muchas revisiones e iteraciones por la complejidad del caso— se dio a conocer el pasado año. Finalmente, la OMC falló a favor de EEUU, permitiendo el establecimiento de aranceles a la Unión Europea y a los países involucrados por un valor de 7.500 millones de euros. Por otro lado, la OMC también está investigando supuestas financiaciones públicas de EEUU hacia Boeing, lo que en un futuro se puede traducir en la desactivación de estos aranceles o en la implementación de otros en sentido contrario.

En cuanto a los productos exportados que han sido gravados con un 25% adicional, destacan los quesos y lácteos de España, Francia e Italia; bebidas alcohólicas como el vino francés y el whisky inglés; los dulces alemanes e ingleses; y las aceitunas y aceite de oliva españoles, aunque también carne de cerdo y moluscos en conserva. En el caso patrio, el Gobierno ha estimado un impacto de más de 750 millones de euros, lo que perjudica gravemente a nuestros productores, que tendrán que sufrir una bajada de la competitividad de sus productos, bien sea subiendo el precio en destino o bajando los costes en origen —dependiendo de la elasticidad del mercado americano, según se explicó en el primer capítulo de esta trilogía—. Y como era de esperar, el campo ha manifestado su descontento, aunque este no es el único motivo.

Si esto no fuera poco, la Comisión Europea y muchos gobiernos, entre ellos el nuestro, están a favor de la famosa tasa Google, por la cual se pretenden gravar los ingresos de las multinacionales digitales —Google, Apple, Facebook, Amazon, etc. (en Europa se conoce como tasa GAFA: acrónimo de las cuatro compañías mencionadas)— que operan en el continente, a fin de perseguir la elusión fiscal hacia los llamados "paraísos fiscales". En nuestro caso, el nuevo Gobierno socialista tiene en su agenda política la activación de este impuesto, y es más, su socio morado, en su afán por penalizar la prosperidad, es partidario de que sea especialmente gravoso. Si bien es cierto que estas compañías americanas tienen sus filiales europeas sitas en países como Irlanda, Luxemburgo o los Países Bajos, donde la presión fiscal es menor, la aplicación de dicha tasa tendría diversas consecuencias negativas que no se compensarían en absoluto con lo que se pretende recaudar, que, en el mejor de los casos, serían 850 millones de euros. Según un informe de la consultora PwC, la tasa Google tendría un impacto negativo en el PIB español de entre 586 y 662 millones de euros*, debido a que este sobrecoste lo pagarían directamente las empresas nacionales que contraten sus servicios o vendan a partir de sus plataformas. Finalmente, y como es obvio, Trump ha amenazado con más sanciones arancelarias a España si no da marcha atrás a esta medida populista, tal y como ha hecho con Francia y Reino Unido, lo cual agravaría nuestra situación comercial.

Para concluir, PSOE y Unidas Podemos deberían tener en cuenta que su reparto utópico de la riqueza tiene múltiples derivadas, y estas siempre afectan a la clase media y baja. En economía nada sale gratis, y un movimiento en un lado del tablero tiene consecuencias en el lado opuesto.

*https://cincodias.elpais.com/cincodias/2019/01/29/economia/1548787723_799015.html