¿Pueden las subvenciones incentivar la natalidad?




Es indudable que España tiene un problema demográfico, y las cifras no mienten: El número de nacimientos ha caído un 40% en los 10 últimos años, lo que se traduce en 369.302 alumbramientos y 426.053 defunciones en 2018*. Esto no es un dato más, sino que tiene consecuencias muy negativas para la economía española. Sin ir más lejos, el sistema público de pensiones ya está seriamente comprometido, aunque algunos partidos vendan lo contrario, y todo apunta a un progresivo empeoramiento. Recordemos que la próxima generación pagará las pensiones de los que ahora trabajamos, y a menor masa laboral, menor recaudación, y mayor precariedad para los pensionistas.

Actualmente, el título de familia numerosa se concede a aquellas con tres hijos o más, o dos hijos si uno de ellos es discapacitado. Pues bien, el PP quiere que las familias con dos hijos sean también consideradas numerosas, como plan para fomentar la natalidad. Las ventajas económicas que disfrutan hoy en día estas familias son envidiables, y es de suponer que se apliquen en una apertura del espectro:
  • Bonificación del 45% en las cuotas a abonar a la Seguridad Social al contratar a un cuidador.
  • Descuento del 50% o la exención total en las tasas y precios públicos de ámbito educativo, como los derechos de examen o las matrículas universitarias. Además de la preferencia en los procesos públicos con puntuaciones como el acceso a becas o la admisión de alumnos.
  • Exención del pago en la primera emisión o al renovar los documentos de identidad.
  • Rebaja del 25% en el recibo de la luz.
  • Deducción en el IRPF de 1.200 euros anuales.
  • Deducción del IBI en algunas Comunidades Autónomas como Madrid.
  • Descuentos en transportes y museos.
Como no puede ser de otra manera, la propuesta del PP plantea dos serias dudas: Cómo se va a financiar ese gasto y qué tasa de conversión tendría, es decir, cuál sería la previsión de aumento de la natalidad gracias a la aplicación de la medida. La primera de las dudas puede tener fácil respuesta, al fin y al cabo, el dinero público lo pone el contribuyente. La segunda es más compleja de resolver, ya que se antoja improbable que las familias españolas decidan tener un segundo hijo en función del conjunto de prebendas que puedan recibir. Sería iluso pensar que el Partido Popular no sea consciente de que no nos encontramos ante un problema local, sino global de los países ricos. A medida que un territorio alcanza unos niveles altos de desarrollo la natalidad disminuye, debido a la transición de la población rural a las grandes ciudades y las dificultades de éstas para reunir un patrimonio solvente como para formar una familia, lo cual ha derivado en el paradigma demográfico actual: España tiene la segunda tasa de fertilidad más baja de Europa y las madres primerizas más mayores —el 7,4% de los nacimientos fueron de madres con 40 años o más*—. Y el problema se agrava aun más si tomamos en cuenta el importante desembolso económico que suponen los tratamientos de fertilidad, a los que se tienen que someter las familias que no consiguen tener un hijo de forma natural.

En suma, el problema de la natalidad no se soluciona con dádivas a un conjunto de la población, que sólo sirven para generar agravio comparativo e injusticia económica para con los que no se encuentran en la misma situación. Algunos partidos políticos deberían dejar de jugar perversamente con las subvenciones que prometen al electorado, porque éstas acaban traduciéndose en sectarismo y clientelismo político.

*Fuente: INE y Eurostat, respectivamente.